Matrimonios Cristianos – Soledad, Incomunicación, Aburrimiento y Falta de Romanticismo en el Matrimonio 1
Una mirada más atenta a las respuestas de las mujeres, revela la gran importancia que estos problemas significan para ellas. Me refiero a la desesperación proveniente de la soledad, la incomunicación; el aburrimiento y la falta de romanticismo en el matrimonio.
Las esposas decían: «No me gusto a mí misma». «No tengo una relación valiosa con nadie fuera de casa». «No me siento cerca del hombre a quien amo».
¡Parece obvio que estos tres problemas aquejan a todo el mundo!
Los sentimientos de aprecio por uno mismo, y de aceptación personal, que son pilares de una personalidad sana, sólo se obtienen de una fuente. No se los puede comprar ni fabricar. La autoestima es exagerada únicamente por aquello que vemos en los ojo de los demás respecto a nosotros mismos.
Sólo cuando otros nos aman nos amamos a nosotros mismos. Únicamente cuando otros nos encuentran simpáticos, agradables y dignos de aprecio, es que podemos comenzar a llevarnos bien con nuestro propio yo.
Ocasionalmente se presenta el caso de una persona criada con tal dosis de confianza en sí misma que parece no necesitar la aceptación de los demás. Pero encontrar tal tipo de personalidad es bastante raro. La gran mayoría de nosotros dependemos de que nuestros relacionados nos acepten, para poder sostenernos emocionalmente día tras día. ¿Qué diremos entonces de quien vive en un estado de perpetuo aislamiento, privada de amor, y de la calidez de una relación humana, año tras año?
Tales personas empiezan a experimentar sentimientos de indignidad personal, y sus consecuencias son la depresión y la desesperación.
¿Qué pasa con las esposas que se encuentran privadas de mantener relaciones significativas con personas fuera del hogar?
¿Hacia qué otros rumbos pueden dirigirse sus sentimientos que no sean más que la soledad y la depresión emocional?
Pienso que existen seis factores que explican la incomunicación de las mujeres de hoy, y vamos a examinarlos muy atentamente.
1. Los niños pequeños contribuyen a mantener a sus madres incomunicadas.
No es cosa fácil tomar los pañales y todos los demás aparejos necesarios para la atención de un bebé, cargarlos en el auto e ir a visitar a una amiga. La mujer se pone a pensar si realmente vale la pena todo ese esfuerzo.
Los niños no desean irse a jugar solos, y molestan a las madres quedándose cerca de ellas y llamando su atención constantemente. Y si no están bien disciplinados, la madre se sentirá muy incómoda al llevarlos a cualquier parte, y la invitación de sus propias amigas comenzará a escasear. Porque simplemente no pueden soportar a esos niños en sus propia casas. Así la madre del preescolar tiende a permanecer siempre en casa, soportando mes tras mes la compañía de la «gente menuda».
Escuché una anécdota acerca de una mujer que por fin tuvo una oportunidad de salir de casa alguna vez. La empresa en la que trabajaba su marido había preparado un banquete en honor de los empleados que se jubilaban. Y a esta señora le tocó sentarse justamente al lado del presidente de la compañía. Se sentía muy nerviosa al estar hablando con un adulto nuevamente. Porque temía hablar como lo hacía con su bebé. Para su propia sorpresa, sin embargo, conversó sin una sola falla durante toda la comida, opinando sobre eventos mundiales y sobre temas políticos. Pero luego con espanto, se dio cuenta que a través de toda la charla le había estado cortando la carne en el plato, y dándosela con el tenedor en la boca, al presidente de la compañía.
Supongo que esto puede ser catalogado como «un riesgo profesional» que puede correr cualquier ama de casa.
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “Lo Que Las Esposas Desean Que los Maridos Sepan Sobre las Mujeres”
Por James Dobson
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