Matrimonios Cristianos – Guía Básica Para los que Quieren Casarse 2
5. La Mujer es muy Comunicativa de su Vida Interior, Mientras que al Hombre no le Gusta Hablar de lo que le Pasa.
Cuando una mujer vive alguna crisis, necesita decírselo a alguien, básicamente necesita ser oída. Ella podría hablar de su problema durante horas, sirviéndole como una saludable terapia.
Sin embargo, cuando el hombre está bajo cierta presión emocional, apenas emite alguno que otro gruñido que solo los muy allegados pueden llegar a comprender. Un diálogo exasperante para cualquier mujer es cuando su esposo llega del trabajo y ella intenta el popular «interrogatorio policial».
-¿Alguna novedad?
-No.
-¿En la oficina?
-Todo tranquilo.
-¿La calle? ¿Cómo estaba?
-Como siempre.
-¿Te llamó alguien?
-No, que me acuerde.
-¿En tooooodo el día (ya remarcando la «o» con cierta impaciencia), no te pasó nada?
-No.
-Algo te tiene que haber pasado. Yo ni me moví de casa y me pasaron mil cosas.
-Te felicito, a mí no me pasó nada.
Es que todo lo que esté enmarcado dentro de la normal rutina de un hombre, pasa de inmediato al rubro cerebral: «Hoy aquí no ha sucedido nada digno de contar». Sin embargo, si alguna vez, él tiene la «suerte» de presenciar un accidente de tránsito en vivo y en directo, entonces obviamente, a la hora de la cena, contará con lujo de_ detalles la manera en que una ancianita fue atropellada sin piedad por un camionero repleto de tatuajes. Mientras tanto, no hay nada importante que merezca ser hablado durante la cena.
6. La Mujer Suele ser Ciclotímica, Mientras que el Hombre, por lo General, Tiene el Mismo Carácter Hasta el Fin de sus Días.
En otras palabras, si un hombre es huraño, se irá refunfuñando a la tumba. Mientras que la mujer tiene ciertos cambios hormonales que en determinados días al mes, la hacen actuar de un modo diferente a lo habitual.
-Alcánzame la sal -dice ella, estirando la mano.
-¿La sal? ¿Qué sal? -pregunta él.
-¿Cuántas «sal» conoces?
-Ah, claro…la sal -dirá luego de notar la cara de su amada a punto de sacrificarlo en un altar.
Convengamos que aunque ambos viven en la misma casa hace 20 años, un hombre nunca tiene la menor idea en dónde puede estar ubicada la sal, los cubiertos, los platos, el aceite, las servilletas, o cualquier otra cosa que él haya puesto en su propio rubro mental: «cosas de mi mujer».
«La sal… la sal… la sal…» Sigue diciendo con la boca entreabierta y la mirada perdida en el lugar más inverosímil para buscarla, mientras que ella sigue esperando frente a la salsa humeante y con el brazo extendido. Hay que entender que los sistemas lógicos de búsqueda no funcionan en un varón. Un hombre interpreta que revolver y abrir cajones es igual a buscar.
Abre la puerta del primer armario que le quede más a mano y, como si fuese Indiana Jones tratando de encontrar los rastros del arca perdida, seguirá diciendo hasta el cansancio:
«La sal… la sal…» mientras espera que su invocación logre que algún arcángel o el mago Coppcrfield la hagan aparecer ante sus asombrados ojos. Si casualmente su esposa está pasando por «uno de esos días», es mejor que ni te cuente cómo termina la historia.
-¡Acá esta la sal! dice ella no pudiendo creer tanta ineptitud junta en una sola persona.
-¡Jah!, ¿y desde cuándo se guarda la sal en ese armario?
-Desde hace 14 años.
7. Las Mujeres no Miran Televisión Como lo Haría Cualquier Hombre.
Pareciera un ejemplo poco trascendente, pero es determinante saber que ambos sexos no miran la pantalla chica de la misma manera. Un hombre puede cambiar los ciento veinte canales durante horas y ver toda la programación sin detenerse en ninguno. Es más, podría aguantar más tiempo la respiración bajo el agua, que aquel que soportaría sin el control remoto en la mano; esos pequeños botones son casi una extensión de su masculinidad.
A la mujer, sin embargo, le encanta mirar los comerciales y sufrir por lodo aquello que no puede comprar.
Por otra parte, mientras que la morbosidad del varón pasa por ver películas de sangre y acción, el de ella pasa por mirar liposucciones y aplicaciones de bótox en el Discovery I lealth. Ella es capaz de mirar un programa de accidentes domésticos grabados en videos caseros, y cambiar justo en la mejor parte: ¡un segundo antes que el hombre estrelle su cabeza contra el piso!
(CONTINÚA…)
Por Dante Gebel
Tomado de la Revista Ediciones G
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