Sermones Cristianos – ¿Qué Dejarás Tú en la Cruz? 4

 

Continuemos.

Hazte un favor: deja tus momentos de ansiedad en la cruz. Déjalos allí junto con tus momentos malos, tus momentos de ira y tus momentos de ansiedad. ¿Podría sugerirte una cosa más? También tu momento final.

Salvo que Cristo regrese antes, tú y yo tendremos un momento final. Un último suspiro. Un momento en que nuestros ojos se cerrarán y nuestro corazón dejará de latir. En una fracción de segundo dejarás lo que conoces y entrarás en lo que no conoces.

Esto es lo que nos molesta. La muerte es la gran desconocida. A pesar de eso, siempre estamos haciendo bromas con lo desconocido.

Dios promete venir en un momento en que no lo esperamos para llevarnos de este mundo gris que conocemos a un mundo dorado que no conocemos. Y como no lo conocemos, no estamos seguros de querer irnos. Incluso nos sentimos mal cuando pensamos en su venida.

Por esta razón, Dios quiere que hagamos lo que Jesús nos enseñó: confiar en el padre. «No se turbe tu corazón ni tenga miedo», nos dice. «Vendré otra vez y os tomaré para que estén conmigo y así puedan estar donde yo estoy» (Juan 14:1, 3).

¿Problemas respecto de los momentos finales? Déjalos a los pies de la cruz.

Déjalos allí con tus momentos malos, tus momentos de ira y tus momentos de ansiedad.

Acerca de este tiempo, alguien podría decirme: «Mira, Max, si dejo todos esos momentos en la cruz, me voy a quedar solo con los momentos buenos».

Bueno, ¿qué te parece? Tienes toda la razón.

¿Puedes imaginarte tu mensaje final a tus seres amados? ¿Tus últimas palabras a un hijo o a tu esposa?

¿Qué les dirías? ¿Cómo lo dirías?

Aun si no pudieras contestar la primera pregunta, quizás puedas contestar la segunda. ¿Cómo dirías tus últimas palabras? ¿Con calma? ¿Cuidadosamente? ¿Por qué no como Monet, buscando no el color exacto sino la sombra perfecta, el matiz apropiado?

La mayoría de nosotros solo tenemos una oportunidad para decir nuestras palabras finales.

Fue todo lo que tuvo Jesús. Sabiendo que sus obras finales serían ponderadas para siempre ¿no crees que él las enfrentó con todo cuidado? ¿Con toda calma? Sin duda que sí. Aquel día no hubo accidentes. Los momentos finales de Jesús no fueron dejados al azar. Dios escogió la ruta; Él seleccionó los clavos.

Nuestro Señor plantó el trío de cruces y pintó el letrero. Nunca Dios fue más soberano que en los detalles de la muerte de su Hijo. Con la tranquilidad que mi padre escribió la carta, así tu Padre te dejó este mensaje:

«Lo hice por ti. Todo lo hice por ti».

 

Una Decisión Para Actuar.

A. Hasta donde te sea posible, prepara una lista de todos los momentos malos, los momentos de rabia y los momentos de ansiedad. Confiésalos al Señor, luego lleva esa lista a un lugar apartado, destrúyela y entiérrala a los pies de un árbol. Mientras regresas a casa, da gracias a Dios porque te ha invitado a que deposites todas estas cosas que te afligen a los pies de la cruz, que es el único lugar donde pierden su poder.

B. Planea y lleva a cabo un servicio personal de adoración al cual podrías invitar solo a los miembros de tu familia (o a nadie, si así lo deseas). Selecciona cuidadosamente algunos himnos o coros o canciones que te ayuden a poner tu atención en todas las cosas sorprendentes que hizo Dios para ganar tu corazón y cántalos con devoción. Lee varias porciones breves de la Escritura que te hagan pensar en todo lo que Él ha hecho por ti. Dedica varios minutos a agradecerle por su gracia… y por los clavos que adhirieron a Cristo (y tus pecados) a la cruz. Ten un tiempo de gran gozo y de esta manera alegrarás el corazón de Dios.

Extracto del libro “Él Escogió los Clavos”

Por Max Lucado

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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