Predicaciones – Los Golpes Inesperados de la Vida 5
Continuemos.
¿Por qué Moisés se fue a la cima de la montaña? ¿Por qué no se quedó en la casa con los brazos levantados? ¡Para que todos lo vean! Mientras Moisés levantaba las manos y Josué peleaba en el valle, todos miraban. Cuando miraban a Moisés con las manos levantadas, veían que su fuente era Dios. Pero cuando veían que Moisés se cansaba y bajaba los brazos, decían: «¡Uy, no tenemos fuente!, ¿quién nos va a ayudar?». Moisés nos enseñó que cuando levantemos nuestras manos para celebrar a Dios, nuestra fuente, tenemos que dejar que todo el mundo se entere. ¡Que todos sepan que Dios es el que te ha dado trabajo, salud, inteligencia, que Él es el que te bendice! Que lo vean los de Amalec, los que pelean, los demonios y los ángeles. ¡Que todo el mundo vea que hay alguien que le está dando gloria a Dios arriba de la montaña porque Él es la fuente de la victoria!
El que va a caminar con nosotros es el Dios todopoderoso de los cielos y la tierra, y la gente va a ver que las manos conectadas con Dios tienen poder.
¡Dios es nuestra fuente! El Señor no es un cuadrito, ni un rezo de memoria, ni un ritual, ni la estatua de turno. Dios es nuestro Padre bueno, amoroso, maravilloso, el Creador de los cielos y la Tierra; Su diestra es todo poder y Su voz es como el estruendo de las muchas aguas. Él nos ama, y a través de Jesucristo le conocemos cada día. ¡A Él le damos la gloria y la honra siempre!
Antes de sacar a los dos millones de judíos para llevarlos a la tierra prometida, Dios les dijo algo interesante: «Tomen a un corderito y ténganlo guardado por tres días. Al cuarto día lo van a faenar, lo van a ofrendar como un sacrificio a Mi presencia y después se lo van a comer asado».
Para los egipcios, los corderos eran dioses. Lo que Dios le estaba diciendo a su pueblo era: «¡Ustedes se van a comer al dios de los egipcios!». ¿Por qué Dios no les dijo que tomaran el cordero y se lo comieran rápido?, ¿por qué les pidió que lo guardaran por tres días? Para que todo Egipto se preguntara para qué guardaban al cordero. ¿Y por qué les dijo que lo comieran asado? Los rabinos dicen que la carne asada de cordero larga mucho aroma. Dios quería que todo Egipto oliera el aroma del cordero asado. Todo lo que te oprimió, todo los ídolos, los juicios que te ataron, ¡te los vas a comer! Todo el mundo se va a enterar que lo que antes te dominaba ahora está bajo tus pies, te lo estás comiendo, y se lo estás entregando a Dios porque Él es tu fuente.
Cuando Moisés levantaba las manos, la batalla se inclinaba a favor de Josué. Cuando Moisés bajaba las manos, la batalla se inclinaba a favor de Amalec. Esto mismo nos pasa a nosotros: levantamos y bajamos las manos. A veces decimos: «¡Vamos, que ganamos!», «¡Dios, está conmigo!», pero otras veces decimos: «¿Cómo hago para pagar esta deuda?, ¡Dios no está acá!». De pronto viene un milagro y decimos: «¡Yo sabía que Dios lo iba a hacer!». Ganamos, perdemos, ganamos, perdemos, ¡pero Dios jamás nos va a dejar sin la victoria!
Moisés llevó a la montaña a dos personas para que le levantaran los brazos. No necesitás mucha gente en tu vida, con dos alcanza. No necesitás un millón de amigos sino dos personas de fe, gente que levante tus brazos. Si leés bien el texto vas a ver que Aarón o Jur no le dijeron: «¿Para qué vinimos acá Moisés?, ¿qué tenemos que hacer?». Ellos se quedaron ahí. Tenés que contar con la gente antes de que se te cansen los brazos.
Cuando a Moisés se le cansaron los brazos no empezó a buscar a alguien: «¿Quien me quiere ayudar?», ¿a quién puedo llamar…?». No, ya los tenía a su lado. Uno era su hermano Aarón y el otro era Jur, un desconocido. Tenés que tener designada a la gente que te va a levantar los brazos. Hay alguien de tu familia y hay un desconocido que Dios va a ungir para sostenerte cuando se te caigan los brazos, porque por más fe que tengamos, a veces se nos caen los brazos.
(CONTINÚA…)
Por Bernardo Stamateas
Lee Los Golpes Inesperados de la Vida 6