Según los investigadores, a lo largo de la vida, todos los seres humanos vamos a tener 40 pérdidas importantes. Toda pérdida del pasado sin cerrar se transforma en un peso que no me deja levantar vuelo, que no me deja ser de bendición, que no me deja avanzar. Nos cuesta cerrar las pérdidas porque no sabemos cómo cerrarlas. Nos enseñaron a ganar, pero no nos enseñaron qué hacer al perder. Nos enseñaron a reemplazar; pero el reemplazo nunca cierra las pérdidas porque nadie puede ser reemplazado. Nos enseñaron a no llorar delante de la gente. Nos dijeron, frente a las pérdidas que el tiempo cura, pero hay personas que dejaron pasar el tiempo y sin embargo sus pérdidas siguen siendo un peso.

Nos dijeron que tenemos que aguantar la tristeza, las emociones. Aguantar no cierra las pérdidas.

Ante una pérdida lo primero que se dice es que hay que distraerse. Otros, frente a la tristeza comen, porque les enseñaron que al dolor se lo tapa con comida. Los que se drogan están buscando tapar su dolor. Cualquier adicto lo que busca es anestesiar las pérdidas que no fueron sanadas.

Sanar es decir lo que no dije

El problema no es el dolor, el problema es lo que no dijimos. Todo lo que no expresamos queda guardado. Cuando las palabras quedan guardadas, las palabras se transforman en cargas. Dios nos hizo para hablar.

Hoy se habla de una enfermedad llamada alexitimia; es la gente que no puede expresar emociones.

Dice la Biblia que todo sale a la luz; y es mejor que lo saquemos nosotros a la luz, porque todo lo que queda guardado es usado por el enemigo.

Hay gente que le cuenta a todo el mundo lo que le pasa; pero a pesar de que hablan no son sanados, porque podemos sanar nuestro pasado confesando. Confesar tiene poder espiritual; confesar es cancelar a nivel espiritual lo que me pasó.

Tenemos poder para decretar libertad en el nombre del Señor cuando alguien nos confiesa. La Biblia dice que el que encubre sus pecados no va a prosperar, pero el que confiesa alcanza bendición.

Tenemos que sacar en palabras a Dios y nuestro mentor. Está bien confesarle a Dios lo que nos pasó; pero la Biblia también dice ‘confesaos los unos a los otros para que seáis sanados.’ Los cristianos perdimos el concepto de confesión por la interpretación de otra religión; pero la Biblia nos enseña que tenemos que confesar frente a alguien que nos merece autoridad y respeto, para que decrete libertad en el nombre del Señor.

Cuando sacamos las palabras guardadas podemos traer la gloria de Dios a nuestra vida para levantar vuelo.

Una de las cosas más perversas es cuando alguien dice que vos dijiste algo que jamás dijiste. Cuando dudes de alguien andá a la fuente; no creas todo lo que te digan.

Tenemos que desatarnos de la gente a la que le queremos demostrar algo.

Si pensamos con claridad podremos ver que hay alguien a quien le queremos demostrar algo; y eso es una atadura de la que tenemos que ser libres. ¿Cómo funciona la confesión?

Enmienda: Es decir lo que hice mal. Es necesario confesar delante de alguien que tenga autoridad espiritual. Durante años asociamos la confesión al castigo. Hay gente que cuando sale a la luz su problema confiesa, pero eso no es confesión.

Perdonar: Es liberar a la persona que te lastimó aunque no te haya pedido perdón. Cuando desato al otro, me desato yo. Si Cristo me perdonó a mí, yo no soy nadie para no perdonar al que me haya lastimado.

Declaración: La confesión tiene que ver con algo bueno que no dijiste. Cuando las palabras salen se cierran etapas; y cuando las etapas se cierran podemos alcanzar victoria.

Todos mis retrocesos se convertirán en la pista para levantar vuelo.

Hay un pasaje en la Biblia que cuenta que Atalía era una mujer perversa que mató a todos los príncipes para que nadie asuma el reinado. Cuenta también que había nacido un niño llamado Joás; y su tía lo escondió en el templo durante seis años, el niño creció, fue rey e hizo todo lo que Dios le había dicho.

Tenemos que sacar las palabras porque nos liberan y traen algo nuevo a nuestra vida. Joás fue escondido en el templo; eso significa que tenemos que aprender a llamar y detectar la gloria de Dios. Tenemos que estar atentos para detectar cuál es clima de lo que Dios está haciendo.

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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