Predicaciones Cristianas – Seguir a Jesús 4

 

Continuemos.

¡Dejen de tratar de recoger fondos por medio de súplicas ante un inminente desastre! ¡Dejen de mendigar! Sean honorables.

Dios ordenó a la viuda. Si busca a Dios y sigue por donde Él quiere que vaya y se mantiene cerca de Jesús y en amor con Él y le obedece, y va a donde Él quiere que vaya; Él ordenará a las personas para que lo cuiden. Dios tiene personas que obedecerán Sus órdenes. Dios tiene personas a quienes Él ordenará que le den esos 100.000 dólares que necesita. Él va a ORDENARLES que le den un aeroplano. Él va a ORDENARLES para que le den un barco. Él va a ORDENARLES que le den una casa. Él va a ORDENARLES que le den de sus cuentas bancarias. Y las personas van a estar gozosas por bendecirlo.

Si usted es uno de ellos a quienes Dios les ordena dar va a ser un gozo hacerlo. Cada vez que Jesús le ha hablado a mi esposa o a mí para bendecir a otros, ha sido semejante privilegio que Él nos ordenara dar. Derramamos lágrimas de gozo al saber que Jesús confiaría en nosotros para ser canales de Sus bendiciones. Aquellos a quienes Dios les ordena hacer algo no son dignos de lástima, sino deben ser envidiados porque han sido honrados por el Señor Jesucristo.

Cuando tiene una carga por algún ministerio, por algún evangelista o por alguna misión y Dios continúa poniéndola en su corazón, no la haga a un lado. ¡Regocíjese, regocíjese! Obedezca tan pronto como pueda, porque el diablo va a tratar de robarle e impedir que haga lo que Dios le ha ordenado hacer.

Dios ordenó a una viuda porque Él quería la gloria. Dios quería la gloria. Si hubiera sido un hombre rico; él podría haber dado tan solo de su abundancia, pero esta viuda no tenía nada. Se estaba preparando para recoger algunos leños y cocinar la última torta antes de morir con su hijo.

1º Reyes 17:12-15. Durante todo este tiempo de gran hambre, la vasija de aceite no menguó ni la harina de la tinaja escaseó. Esta mujer viuda que no tenía nada fue escogida por Dios, y Dios le ordenó que cuidara de un ministerio. Para hacerlo, debía recibir milagros diariamente. Así que si Dios le ordena que haga algo y usted no tiene con qué hacerlo, diga: «¡Aleluya, Aleluya, Dios va a hacer milagro tras milagro en mi vida diaria!».

1º Reyes 17:9. Hay un lugar llamado «allí». Si yo estoy allí en el lugar llamado «allí» donde Jesús me envió, Él me sustentará. Él tendrá cuidado de mí, porque ha ordenado que cuiden de mí «allí». Si no estoy allí, no puedo culpar a Dios.

¡Voy a estar allí! «Allí» es donde Dios ha ordenado a los cuervos y a la viuda que cuiden de mí. Busque a Dios. Sepa con seguridad que se encuentra en ese lugar llamado «allí». Dios hará entonces que todas sus necesidades sean suplidas y su ministerio florecerá hasta su plenitud.

Haga esta oración: “Padre, en el nombre de Jesús busco tu dirección divina para mi vida. Te doy gracias porque Jesús vive en mí y la Biblia dice que Él ha sido hecho sabiduría por mí. Tú me dijiste que si me hacía falta sabiduría, que te la pidiera a Ti y Tú me la proporcionarías abundantemente para cada situación. Al pedírtelo ahora, Padre, te doy gracias porque de este momento en adelante Tú me estás proveyendo la sabiduría que necesito. Yo soy tu oveja y conozco tu voz y no seguiré ninguna otra voz. Confío en ti Señor, con todo mi corazón y no me apoyo en mi propio entendimiento. Te reconozco en todos mis caminos y sé que tú diriges mi senda. Seguiré el camino de la paz, porque Jesús, el Príncipe de Paz, vive en mí. Tu Palabra es lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino.

Mientras leo y medito en tu Palabra; tú me hablarás. Te doy gracias Padre, porque el Espíritu Santo mora en mí y Él me guiará a toda verdad. Él no me guiará al error, sino a la verdad y al bien. Mi espíritu da testimonio juntamente con el Espíritu Santo confirmando la voluntad de Dios para mi vida. Reprendo toda confusión o frustración y con denuedo declaro que descansaré en tu amor. Te entrego a ti todo mi porvenir y tú lo harás una realidad. ¡Gracias, Señor, por mantenerme en Tu camino que es perfecto! Amén».

Por Pastor John Osteen

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