TribulaciónPredicaciones Cristianas – 4 Formas de Estar Perdido 3

 

Pasaje clave: Lucas 15.

 

Mostramos en los devocionales anteriores 3 formas de estar perdido. Veamos la última:

4. Como el Hermano del Pródigo. (Lc.15:25-32).

El hermano del pródigo representa al creyente que está perdido dentro de la iglesia.

«Estaba en el campo». Por lo general, son personas que trabajan en la obra de Dios; no son vagos, suelen estar activas, se han ganado su propio lugar y tal vez tengan algún cargo en la congregación.                   

«Se enojó». Cuando todos estaban celebrando una fiesta, él estaba enojado y ofendido. Siempre va a contramano, en el momento menos esperado provoca un cortocircuito en la reunión, o rompe las relaciones.

No tiene amor por los hermanos, no le interesa que alguien que estaba perdido se haya recuperado, solo se preocupa por sí mismo.

Está lleno de celos y envidia los que se manifiestan cuando se hace misericordia con otro (o se reconoce la virtud de otro).

Cuando nadie lo espera vomita su veneno en la congregación (He.12:15), contaminado a muchos. Es feo para un padre que en un momento de tanta alegría uno de sus hijos se porte así.

«Durante tanto tiempo». Suelen ser creyentes de años.

El hecho de que nos congreguemos por tantos años no significa que necesariamente seamos espirituales  o que tengamos el corazón que Dios desea para sus hijos.

Algunos han escuchado miles de sermones, han asistido a miles de reuniones, y hasta han realizados miles de servicios en la congregación; sin embargo siguen de igual manera, nada ha cambiado en su interior.

Son como las piedras de los ríos de montaña, hace muchos años que están bajo el agua y mucha agua a pasado sobre las mismas, pero si las partimos veremos que por dentro están secas. Todo lo que tienen es exterior, no dejaron que la vida del Espíritu haya modificado su corazón, sus intenciones. Es necesario ir tomando decisiones que nos vayan modificando con el tiempo.

Este tipo de personas enseguida sacan a relucir sus credenciales, quieren hacerse valer por el tiempo que tienen, creen que los años de servicio por sí solos les otorgan importantes derechos, pero su nivel espiritual  no los respalda.

Tienen un corazón orgulloso que los vuelve exigentes, exigen y demandan respeto, consideración, reconocimiento y privilegios.

Y se demuestra por la manera de reaccionar ante ciertas circunstancias. Todo lo feo que guardaban se hace visible.

«No te he desobedecido jamás». Su obediencia es solo exterior, tipo farisaico. ¿Para qué le sirvió esa obediencia?

Son personas que exteriormente mantienen una conducta correcta y hasta irreprochable, pero Dios mira el corazón, la parte que más le interesa. Nuestra obediencia ha de ser de corazón, interior. Este hijo posee un ideal equivocado de espiritualidad.

Ejercía una acción adecuada pero con un corazón inadecuado.

La rebelión es como un árbol. Algunos poseen una rebelión manifiesta, a éstos se les ve las ramas; pero otros con cuidado han logrado talar el árbol de la rebelión, pero dejaron la raíz y en el fondo son rebeldes, éste el  caso del hermano del pródigo. Suelen ser personas que se cuidan mucho. Aparentan sumisión y espiritualidad porque tienen miedo de que les aflore su mal actitud.

«Este tu hijo». Lo trata despectivamente, no le interesa su recuperación, son personas insensibles que no aman. La persona religiosa es fría y superficial.

Son sumamente egoístas, les imparta más satisfacer su odio y su enojo que la restauración de un hermano en Cristo. Su corazón es malo, celoso y duro.

Su maldad hasta ese momento oculta, se manifiesta cuando el Padre brinda amor a otro hijo de Dios. Son un tipo de personas como el de Caín. Sus actitudes incorrectas tarde o temprano se manifiestan.

Su gran problema es que nunca vio a Dios como Padre.

«Ha consumido tus bienes con rameras». Siempre tiene en mente los pecados pasados de los demás. Cuando ven a alguien dicen para sí: “Este es el que fornicó”, “Esta es la que engañó a su marido”, “Aquel es el que se drogaba”.

Cuando ven a una persona lo ven siempre hundida en sus pecados, ante sus ojos nadie puede redimir sus culpas.

Son de los que etiquetan a los demás, y esa etiqueta la tendrán hasta que mueran. (Lc.6:37-38). Tiene una actitud condenatoria. No conocen el corazón amante del Padre, ignoran que Dios es amor, y que prefiere la restauración antes que el juicio (Mateo 12:7).

Desconocen que con la medida que juzgan serán juzgados (Mt.9:13).

Como viven un cristianismo superficial juzgan a los demás solo por las cosas exteriores.

Solo reconocen como pecado las conductas, lo que se ve, ignoran que hay pecados del corazón que para el Padre son perores que los físicos.

Y su actitud es mucho más grave que los pecados cometidos por su hermano menor.

Por Víctor Rodríguez

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